domingo, 28 de octubre de 2012

La poesía costarricense de hoy


Más de uno que piensa que la poesía costarricense necesita un cambio. Yo lo sentí desde hace años. Leía todo lo que caía en mis manos, lo sigo haciendo, el peligro de leer es que aprendes a leer bien y entonces ya no crees todo lo que te ponen a leer. Así conocí a varios poetas burócratas, comencé a fraternizar con los niveles del infierno poético costarricense. Supe de estos burócratas que se dicen poetas y que obstruyen a otros que parece son más poetas que ellos. Pero ellos al servir a su causa dentro de una institución, no quieren o no permiten que otros disfruten de las mieles de la institución u organismo cultural. De éstos existen muchos más de lo que creemos, ya sea en la Editorial Costa Rica, Universidades  o institutos de cultura. Estos escritores funcionarios son muy extraños, creen merecer el parnaso costarricens. El ego habla más que sus obras. Y cuando los vas a ver, aunque sean funcionarios, no quieren dar nada ni que les pidas nada. Y siempre actúan como si te estuvieran haciendo un favor. Aún siendo burócratas y si se les recuerda que son burócratas te dejan de hablar y cierran la puerta de sus oficinas. Como si fueran realmente sus oficinas. Increíble espejismo que se forman. En fin, de estos conozco muchos y mejor olvidarlos. Por sus obras los desconoceréis.

Los otros poetas son los premiados, entrevistados, publicados, los poetas que siempre caen parados pero que su poesía es dudosa por su docilidad del arte por el arte. Poetas que hacen de sus obras y del grupo de amigos casa de los espejos. Y no significa que el poeta tenga que ser revolucionario. No, sólo se trata de un poco de ética humana, de lo más básico para creerles y leerlos con más ganas, pero esto no pasa. Estos poetas viven casi con la Diosa blanca, o son místicos de universidades o son becarios eternos o jóvenes de toda la vida y crean fundaciones dudosas de donde sale toda la poética nacional y más que cosmopolitas más bien suenan un poco a “pueblo poetero”. Estos poetas son reinas y reyes de todas las primaveras y carnavales del país y fuera del país. Son poetas que se preocupan más por su fama y su pose que por su estética e ideas.

Los poetas de talleres, de encuentros y de ferias de libros, son especialmente chistosos, se la pasan en cada rincón de cualquier pueblo con tal de leer sus obras completas que se auto editan, se auto premian, auto mencionan, se auto elogian, se auto complacen, se auto reseñan. Poetas que buscan la foto en cada esquina con poeta “reconocido” y que por lo tanto creen que ellos serán a sí mismos reconocidos y aplaudidos y llenos de decoro y bien portados y se felicitan en cada salón de presentaciones y en los bailes de los encuentros de poetas y no se preocupan tampoco por la poesía, sólo les interesa su poesía y las reseñas de sus poemas y así hasta que mueren olvidados por su propio grupo, sino tienen la mala fortuna de que algún vivo instaure un premio con su nombre. En fin que estos eventos son deplorables. Y llegan a caer en el ridículo y en lo patético.

El engaño y autoengaño es de lo más común y necesario para pasar por todos estos círculos. Si no hay engaño no hay venta si no hay venta no hay poesía. Pero primero es creérselo después no escuchan nada ni a nadie.

Después para comenzar a concluir vienen las vacas sagradas de la academia costarricense de la lengua, los becarios del sistema nacional de creadores y demás eméritos que dicen decir que dicen ser conocidos que dicen ser leídos y muestran al pueblo su cultura, que en este caso sí es su cultura. La realidad es que a nadie le hacen daño pero tampoco a nadie le hacen bien. Pasan como todo en este pueblo de solos. Con mínimos aplausos que ellos creen son universales. El engaño otra vez, parece que el poeta trabaja más con el engaño y autoengaño que con palabras.

Creo que tenemos varios problemas que resolver si queremos ver a la poesía costarricense de distinta forma y liberada de toda burocracia. Creo que en estos momentos la poesía costarricense, como muchos, está secuestrada, principalmente por dóciles poetas. Tal vez ellos en su ingenuidad no se dan cuenta de lo que están haciendo mal. Quiero ser inocente y entonces hay que alertarlos y decirles que se están equivocando. Uno de los síntomas de que se equivocan es que la poesía costarricense hace muchos años no da nada bueno a la poesía mundial. Ningún poeta costarricense influye de manera estética a ningún otro poeta de otras latitudes. Me imagino es porque estamos más preocupados por quién nos mantenga que por crear una voz propia y verdaderamente poética. El miedo es otro enemigo de la poesía en Costa Rica. Miedo a perder el premio, la beca, el apoyo, los viajes, la publicación, los encuentros y así miedo a todo menos al poema, verdadera misión para el poeta.

Es necesario entonces quitar de en medio todos los premios de poesía. Es más: prohibirlos. No permitir que se premien a los poetas, ni premiar a la poesía. Es absurdo premiar algo como la poesía, algo que no necesita premios. Quitar del panorama, del mapa, a los premios y premiados. El premio detiene el motor creativo. A estas alturas los premios no sirven de nada a la poesía. Sólo sirve a la cuenta del poeta.

Lo otro es acabar con los encuentros de poetas. Son ridículos y sólo sirven como pasarela de egos y al final nadie se escucha y todos aplauden en automático. Son patéticos, verdaderos clubs del recuerdo. No sirven, o solo sirven a los interesados y sus intereses.

Lo otro es quitar de una vez y para siempre becas y estímulos a los creadores. Es innegable que a lo largo de la vida de estos instintivos, no han servido de nada, más que hacer engordar a escritores y escritoras.

El problema de que uno aprenda a leer, es que algunos a veces sí aprendemos a leer, tan bien, que terminamos por ya no creerles. Creerles a los que se dicen escritores o poetas costarricenses. El aprender a leer nos lleva a buscar más, cada vez más, como poseídos, como endemoniados. Y este acto de lectura libre es en detrimento de los propios poetas que nos dicen que tenemos que leer. Cuando leemos volteamos, regularmente a otras partes con mayor cantidad de aire y de ideas. Con mayor y mejor poesía.

¿Quién le teme a Cristián Marcelo? Una entrevista fracasada

1. ¿Tanto tenía Cristian Marcelo guardado? Sí, Corriente subterránea es un libro que empecé a escribir en el 2006, y en realidad no se llamaba así, sino Metal black punk, no tenía que ver con la música, más bien con mis ideas sobre la contradicción y la circularidad. La primera parte Cámara nocturna, la inicié en el 2004, se basaba en dos ideas o obsesiones que tenía la fotografía de la ciudad y la habitación como un mausoleo. En realidad aún tengo varios libros que duermen el sueño de los justos, de poesía Manual para locos y fornicarios, Aprisionar el alba y Crónica del esplendor y un libro de cuentos que me encanta, pero aún debo trabajarlo mucho, para que vea la luz Sala de operaciones. Otros que nunca verán la luz son Sonetario sentimental o Décimas y alacranes.

2. Según me contó usted, que acá hay dos libros compilados. ¿Por qué tantos años de silencio y dos libros como respuesta? Cierto, han sido muchos años de un silencio riguroso, roto por este libro. Las razones son personales y a la vez tienen que ver con nuestro venenoso ambiente literario. Las primeras hay que buscarlas en la publicación de la antología ficticia Fragmentos fantasmas en el año 2000. El libro surgió de la posibilidad de editar con el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. En aquel tiempo estaba trabajando en cinco poemarios diferentes, no solo en estilo, sino también en temática. Eran ejercicios de imitación de diferentes autores que me llamaban desde sus poéticas. La prisa por publicar dio un resultado espantoso. El libro mal editado, lleno de errores y horrores, no hizo ninguna mella en nuestra literatura, y a mí me dejo completamente resentido. El juego de los heterónimos ya lo había realizado con mucha más madurez y destreza artística Fernando Pessoa, quizás lo único que salvaba al libro era la chota que se le hacía a los talleres, que reunidos alrededor de un gurú y una ideología estética iban creando una manada monstruosa de epígonos e imitadores. Al final solo el poeta argentino Jorge Boccanera lo entendió en toda su magnitud. Y a mí me dio la excusa de retirarme, y concentrarme en hacer una obra, alejado de las tendencias dominantes, de los concursos, de los recitales y de todo el mundillo literario. Durante estos dieciséis años de retiro en mi casa en Desamparados, he podido ver como el trascendentalismo y el realismo mantienen un pulso por figurar en los premios nacionales, en los medios de comunicación de masas y en el mercado literario. Al no pertenecer a un grupo, ni tener a alguno de los maestros de poetas que figuran como lectores, jurados o críticos literarios, sencillamente he sido ignorado, o lo que es peor, ninguneado. Recuerdo cuando apareció Fragmentos fantasmas que unos me acusaban de ser demasiado tradicional, mientras los otros decían que mi poesía no era poesía. Sin el padrinazgo de un poeta mayor, poco se podía hacer en aquel tiempo, no como ahora que existen una gran cantidad de editoriales privadas, y ya no es necesario enfrentarse a lectores prejuiciados por su trabajo y su visión de mundo. Ahora, bien, ¿por qué dos libros? Bueno, yo creo que es solo uno, en mí se mantiene la idea que el artista es su estilo, su lenguaje. Los grandes poetas tienen eso que yo llamo su voz, una marca de fábrica que no importa si están escribiendo sobre la violencia en las calles, la revolución, o algo más banal como el amor o la eternidad, siempre permanece. Pienso que Corriente subterránea es un libro necesario, para mí, porque rompe un silencio de doce años, y para el medio, porque es una propuesta novedosa, pero a la vez, tremendamente añeja, como un bueno vino o una buena chicha.

3. Cada poema de este libro, es una selección cuidadosa de su parte tengo entendido. ¿Cuánto le tomó recopilar cada poema? La primera parte de Cámara nocturna, si es una selección de poemas de varios libros que armé, desarmé, corregí, borré, volví a escribir. Allí si están los diez años concentrados. La segunda parte, propiamente Corriente subterránea, es un solo libro, escrito durante mi estadía en la finca La Lucha de los Figueres, trabajando en el Colegio Técnico Profesional José Figueres Ferrer, es un canto de amor por San José, por la suciedad, la podredumbre, la violencia de nuestra capital. Yo selecciono buscando una unidad en cuanto ritmo, melodía, lenguaje. Para mí, lo temático es lo de menos. Nunca he podido escribir ese tipo de poemarios sociológicos que tanto le gustan a los jurados. De Corriente subterránea me divierte que el primer poema trate sobre la infancia y el poema que cierra el libro, también. La culpa, creo yo, hay que echársela a Rimbaud. Pensándolo bien, creo que en la portada debí poner, la aclaración de poemas infantiles.

4. Pregunto: ¿Hubo mano del editor para esta edición de dos libros suyos? El editor leyó el libro y le gustó la segunda parte más que la primera, entiendo que quizás la primera es más delicada, no usa un lenguaje sucio, y está dentro de lo tradicional, o por lo menos, parece más tradicional. La segunda parte es más voraz, violenta, salvaje, pero mantiene una delicadeza, una rectitud del lenguaje, si se puede entender eso, que no calza con el realismo poético que practican los poetas de mi generación, y menos, con el trascendentalismo que ejecutan otro grupo de poetas. Yo creo que cada autor encuentra a su editor, y yo encontré en mi editor la complicidad de la poesía. No solo se trata de escribir poesía para estar a la moda, se trata de escribir poesía, porque es parte fundamental del espíritu humano. Mi editor, creo yo, entiende la poesía como una búsqueda más allá de las corrientes estéticas dominantes. Yo espere por diez años ese encuentro que genera un cambio, un viraje, que muestra otras posibilidades de creación. Más que publicar se debe pensar en escribir una obra que resista el paso del tiempo, aunque parezca un espejismo o sueño descabellado.

5. ¿Dónde lo venden y cuánto vale? El libro por el momento se encuentra en la librería Duluoz de Gustavo A. Chavez, con un costo de cuatro mil colones. Pero pronto se pondrá a la venta en otras librerías.

REFLEXIONES ACERCA DE LA ANACRONÍA POÉTICA EN LA POSTVANGUARDIA Y TRANSVANGUARDIA

  El anacronismo es uno de los problemas que más interés ha suscitado en mi mente, quizás, porque la literatura acontece en el tiempo sin to...